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El techo radiante sin entrar en demasiado detalle, al igual que el resto de sistemas de climatización radiante, emite calor (modo calefacción) o lo absorbe (modo refrescamiento), empleando el sistema de transferencia de calor más importante y habitual en nuestro planeta: la radiación térmica.
Para lograr que este intercambio de calor se efectúe, simplemente será suficiente con que las temperaturas superficiales del techo difieran de las del resto de cuerpos sólidos de la estancia. Desde ese momento comienza un intercambio de energía (calor), pues los cuerpos solidos tienden a buscar el equilibrio de temperatura.
Por ejemplo: un techo , con temperatura superficial en torno a 29°C cederá calor con lo que le rodea, cuyas temperaturas en el momento del arranque del sistema pueden situarse…, por ejemplo… en 15°C, hasta que la temperatura de todo el ambiente se igualase. Como es lógico, detendríamos el sistema a tiempo para lograr nuestros 20-21°C deseados.
Si hablamos de modo refrescamiento, un techo con una temperatura superficial de 18°C absorberá calor con lo que le rodea, cuyas temperaturas en el momento del arranque del sistema pueden situarse…, por ejemplo… en 32°C, hasta que las temperaturas del ambiente se igualasen. Aunque como es lógico, detendríamos el sistema a tiempo para lograr nuestros 25-26°C deseados. (Esta descripción es muy básica y no se ha querido extender en exceso. Existen también otros factores que debemos controlar como el % de humedad relativa y que también resulta de extrema importancia).
Los motivos por los que los usuarios se decantan por el techo radiante frente a otros sistemas de climatización, suelen ser:
Ausencia de ruido (confort acústico)
Ausencia de movimientos de aire, o estos son imperceptibles (salubridad y confort térmico)
Velocidad de respuesta por su escasa inercia térmica.
Altísima eficiencia no requiere de mover el aire como vector del calor, trabaja en lo que en el argot se conoce como “baja temperatura”, por lo que es ideal para compaginarlo con bomba de calor: aerotermia, geotermia, o solar térmica. Presenta un importante ahorro en el consumo que necesita para su funcionamiento. (Ahorro económico con interesantes plazos de retorno de inversión)
Escasos costes de mantenimiento.
Facilidad de reparación en caso de avería o fuga de agua por un corte o agujero de circuitos.
Velocidad de instalación. (Ideal también para rehabilitación)
Ayuda a mejorar la clasificación energética del inmueble por el aislamiento añadido que porta el propio sistema
Una buena pregunta es ¿cómo conseguimos que la superficie de un techo adquiera un papel activo en esta transferencia de calor?. Muy sencillo, incorporando una tubería plástica dentro de la placa de yeso laminado que conformará el futuro techo, y hacemos circular por ella “agua” caliente o fría según convenga. Además aislamos dicha placa para evitar los flujos de calor hacia zonas que se sitúan por encima del mismo. De esta forma, todo el calor emitido o absorbido se localiza en la estancia a climatizar.